miércoles, 24 de marzo de 2010

REPORTAJE: Un arma vale más que mil palabras

La Federación Rusoasiática podría controlar el territorio iraní en dos semanas en caso de un eventual estallido de la crisis. El potencial militar y armamentístico de Moscú no tiene parangón con el poseído por Irán. Ni tan sólo el incondicional apoyo prestado por China, que posee capacidad nuclear y uno de los ejércitos más numerosos del mundo, podría salvar a Irán de la horca debido a la presumible tardanza con la que llegarían los refuerzos. En caso de guerra, los números y el arsenal militar hablan por sí solos...

Desfile del temible ejército rusoasiático en la Plaza Roja el pasado mes de febrero

Las hostilidades abiertas en la frontera entre la Federación Rusoasiática e Irán no cesan. La aglomeración de fuerzas militares en los territorios de Azerbayán, Armenía y Turkmenistan, según fuentes de inteligencia de ambos países, hacen prever un ataque inminente. Es por ello que en los foros internacionales comienza a debatirse la capacidad de resistencia de Irán ante una eventual avalancha ruso-asiática y el lento despliegue de China, como ha reconocido incluso la Casa Blanca.

El Kremlin tiene en alerta a todo su ejército desde Moscú hasta el Pacífico y desde Siberia al Cáucaso. Pero esa tensión es mucho mayor en dos de las seis divisiones acorazadas desplegadas junto al Mar Caspio, según han comprobado periodistas desplazados a la zona. Ambas divisiones están equipadas con los temibles carros de combate Águila Negra, muy superiores sobre el terreno a los europeos y norteamericanos, y que se encuentra ya preparados para entrar en acción. Esos tanques y las tropas mecanizadas que los acompañan serían capaces de barrer en pocos días las líneas defensivas iraníes, según expertos internacionales.

Además, la orografía también juega una mala pasada a la defensa de Irán que no puede centrar su respuesta a la federación rusa en un único punto del tablero. Si lo hace al norte de la ciudad de Tabriz se aseguraría una defensa por un tiempo indeterminado en el flanco este del país, en la frontera con Armenía y Azerbayán, mientras se moviliza la más que probable intervención de su aliado chino. Sin embargo, esta decisión dejaría desguarnecida la zona oeste y la vasta frontera con Turkmenistán lo que abriría las puertas a la entrada de las tropas rusas prácticamente sin ninguna oposición salvo las dificultades orográficas. No obstante en menos de dos semanas, los rusos habrían llegado hasta el Golfo Pérsico.

Pese a todo no parece probable que Rusia vaya a abrir un frente en Tabriz, dada la la cercanía de esta ciudad con Turquía y el temor que tiene el Kremlin a una posible intervención europea, que abriría inevitablemente un conflicto a escala mundial.


El talón de Aquiles de Irán: el Mar Caspio
Además, Irán tiene otro punto débil en el Mar Caspio en caso de que el ataque ruso se precipitara por mar, un hecho que ninguna de las fuentes consultadas se atreve a descartar. Es, además, una zona especialmente sensible porque un desembarco de las tropas ruso-asiáticas en los puertos al norte de Irán dejaría la capital, Teherán, a merced de Moscú en pocos días ya que las fuerzas acorazadas rusas transportadas en buques de guerra tendrían Teherán a un centenar de kilómetros. Una vez entregada la capital, el resto del país se desplomaría como un castillo de naipes. Los submarinos nucleares de ataque rusos romperían la débil defensa marítima iraní en horas, admiten tanto en Teherán como en Moscú.

Por ello es inviable que Irán acumule fuerzas en un sólo punto. Otra baza a favor del Gobierno de Barsky es que su fuerza militar conoce a la perfección la capacidad de respuesta de los iraníes ya que fueron sus principales proveedores de material armamentístico en las últimas décadas hasta ser relevados por la industria militar china.

Según los cálculos de analistas militares con 12 de las 34 divisiones mecanizadas rusas sería suficiente para ocupar el país por completo en dos semanas. El factor sorpresa y la lenta reacción del gigante chino en apoyo de su aliado iraní desequilibrarían la batalla en el primer momento, pero según pasaran las semanas y el ejército chino entrara en acción, el panorama militar se igualaría y cambiaría por completo.

Sin embargo, hay que tener en cuenta, apuntan fuentes militares, que en ese momento Moscú ya controlaría toda la infraestructura petrolífera y estaría en condiciones de cortar el suministro a Pekín y anular una parte de la respuesta china en apoyo de su aliado. Bajo este, nunca mejor dicho, "crudo" panorama, Irán lo tiene muy complicado para poder salir airoso de una eventual guerra que, a todas luces, parece favorecer en todos los aspectos al temido presidente Barsky.